jueves, 22 de diciembre de 2011

Las Ampolas (Puertomingalvo)

Las Ampolas

          Situados en la villa de Puertomingalvo, si dirigimos nuestra mirada hacia el norte nos encontraremos con una elevación montañosa uniforme, que se alza entre 300 y 400 m. sobre el valle, y cuyas suaves cumbres rondan los 1700 m. de altitud. Lo primero que sobresale de su fisonomía son las bandas horizontales de color claro, correspondientes a los estratos de roca caliza, que destacan sobre los tonos verdes de la vegetación que puebla su vertiente sur. Nos estamos refiriendo a Las Ampolas.
Las Ampolas
          Su nombre puede proceder de la palabra amapola, planta herbácea invasora de los cultivos cerealistas, cuyas llamativas flores rojo escarlata tanto nos atraen. Es cierto que en el valle siempre se ha cultivado el cereal y por lo tanto también han proliferado las amapolas. Otra posible procedencia del orónimo Ampolas podría ser del catalán ampolla, o botella, que aquí tendría el significado de “cuello de botella”, refiriéndose al paso estrecho de ganado y gente, que sin duda existen en los collados que se forman entre estas montañas. La fuerza del topónimo es tal que se ha utilizado para identificar muchos de los lugares de la sierra, como por ejemplo las Ampolas de Carlos, Ampolas de Valero, Ampolas de Chimo, Ampolas de Casimiro o el barranco de las Ampolas. Excepto este último, los demás topónimos se corresponden con el área de influencia de las masías del mismo nombre, situadas todas ellas en la solana, de clima más benigno, alrededor de los 1400 m. de altitud.
Arces entre los pinos
          Las Ampolas forman parte de las estribaciones suroccidentales de la sierra de Mayabona, que es divisoria de aguas entre las cuencas del río Majo, al norte, y el río Montlleó, al sur. De hecho en estos montes se halla el origen de ambos ríos, del Majo a partir del barranco de la Mimbrera, y del Montlleó a través de la Rambla del Puerto.
          Las rocas que forman estas montañas son sobre todo calizas arenosas y margas, que se formaron a partir de los sedimentos que se depositaron en el mar de Tetis a comienzos del Cretácico Superior, hace 100 millones de años. Los estratos, ligeramente plegados, modelan suaves rampas en la vertiente norte, mientras que la ladera sur es más abrupta , como consecuencia de una larga falla, mostrando los estratos rocosos desnudos. El punto más alto se encuentra en el Canto del Mas de Herrero o Cabezo de las Ampolas, con 1721 m. , le sigue la Muela de las Hoyas con 1705 m. en el extremo occidental, aunque el más conocido, por su prominente mojón blanco, es el vértice geodésico de las Ampolas de 1698 m.. De estas cumbres descienden varios barrancos que dejan entre ellos suaves lomas, como el barranco de las Hoyas, el del Buitre y el de las Ampolas al sur, primeros aportes de la Rambla del Puerto, y el barranco de la Mimbrera y el Zarzoso al norte.
Manantial del barranco Zarzoso
          En las entrañas de estos montes existen algunas cavidades subterráneas como el pequeño abrigo de pastores de las cuevas del Mas de Herrero, y la Cueva de Valero, de mayores dimensiones y con abundantes formaciones vírgenes de estalactitas y estalagmitas. Las fuentes más destacadas son la de Doña Tora, en el extremo occidental de la sierra y el de la Teja en las cercanías de la Masía del Zarzoso. Existen además pequeños manantiales como el situado en la cabecera del barranco del Zarzoso.
Quejigos en el pinar de las Ampolas
          La vegetación que observamos se corresponde con el piso montano donde se encuentra. En la solana hallamos carrascas en la zonas bajas, y según ascendemos predominan los pinos silvestres y laricios acompañados de quejigos solitarios o en pequeños grupos. En los alrededores de las masías vemos algunos ejemplares de serval común o acerolo. Entre los 1500 y los 1700 m. la fuerte pendiente hace que aparezcan grandes claros de tomillares-pradera, que son colonizados por pinos aislados junto con arces, sabinas y enebros. Allí donde la altitud y la pendiente lo permitió se realizó el abancalamiento del terreno para el cultivo del cereal, aunque hoy éste sólo se mantiene en el valle. Las cumbres están pobladas por las sabinas rastreras y erizones o coixins de monja , y los pinos resistentes a los fuertes vientos. En la vertiente norte, la umbría da abrigo al pinar de pinos silvestres, muchos de cuyos troncos están cubiertos de líquenes. El sotobosque está tapizado de prados y salpicado de enebros, rosales silvestres y pequeñas plantas como las violetas. Los bosques son explotados para la extracción maderera desde la edad media, favoreciendo las especies más productivas como el pino. También han sido y son aprovechados como pastos para alimentar al ganado sobre todo ovino, aunque en los últimos años se extiende también el vacuno.
Violetas

          Otro de los aprovechamientos de estos montes, que pugna con los anteriores, son las canteras a cielo abierto de losa caliza ornamental que desde hace años se extienden por las lomas de poca pendiente. Aunque existe un control administrativo de las explotaciones, para evitar el daño ambiental, éstas han generado un fuerte impacto en algunas zonas que tardan años en recuperar el suelo y la vegetación autóctona, una vez que se abandona la explotación.

Vértice geodésico de Las Ampolas
          Había antaño dos caminos muleros que atravesaban las Ampolas procedentes de El Puerto. El occidental, hoy prácticamente desaparecido, era el camino de la Masía del Cabezo que, pasando por encima de la Masía de Herrero, cruzaba el collado del Barranco del Buitre en dirección a El Plano. El otro, aún transitable en la actualidad, era el llamado camino de las Ampolas que, pasando por el Mas de Valero remontaba el collado de las Ampolas encaminándose hacia Mosqueruela y El Cabañil. Hoy son algunas pistas las que facilitan el acceso a la sierra por su vertiente norte, para la extracción de la madera y de las piedras calizas de las canteras.
          Durante la Guerra Civil española, se utilizaron las cimas de Las Ampolas para atrincherar a las tropas del ejército republicano que intentaba detener el avance hacia Valencia del ejército sublevado. Todavía se pueden ver hoy algunos parapetos de piedra entre sus cumbres.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El Rebollar de Sant Joan de Penyagolosa


El Rebollar

          Al noroeste del Ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa, en las lomas que lo resguardan por el norte, ha sobrevivido un bosquecillo de robles melojos o roures rebolls (Quercus pyrenaica) en el lugar conocido como El Rebollar.

El Rebollar
          Este espacio se asienta sobre calizas arenosas y areniscas con abundante óxido de hierro, que fueron depositadas durante el Aptiense Superior, al final del Cretácico Inferior, hace unos 90 millones de años. Estas rocas erasionadas aportan el suelo ácido, carente de cal, que necesita el melojo para prosperar. Además, la erosión ha formado balmas que han servido de refugio para el ganado y los pastores como la Coveta dels Carboners o la Cova del Rebollar.

Coveta dels Carboners
          El rebollo es un nombre compartido con otros tipos de Quercus, según el área geográfica donde se encuentra. Así, en Aragón se llama rebollo al Quercus faginea, generalmente conocido como quejigo o roure valencià, y en el País Valenciano el roure reboll es el Quercus pyrenaica, que en español comúnmente se le denomina melojo o rebollo.
          El Rebollar, que se halla entre los 1400 y 1500 m de altitud, es una isla de robles melojos en un pinar de pinos silvestres moteado de pinos rodenos. Está formado por robles jóvenes, de altura modesta y troncos delgados. En las zonas donde está más densamente poblado no permite la aparición de monte bajo, ya que sus numerosas raíces horizontales y superficiales lo invaden todo. Pero allí donde se mezcla con los pinos aparece el sotobosque ocupado por helechos, acebos, zarzas, brezos, verónicas, geranios sanguíneos y una frágil orquídea, la Cephalanthera damasonium, la curraià para los valencianos.

Hojas de roble melojo en otoño
          El melojo tiene un tronco derecho de corteza rugosa y dura, con un tono pardo grisáceo. Sus hojas son oblongas, con margen profundamente lobulado, lo que lo distingue claramente del roble quejigo, muy extendido en Penyagolosa, cuyas hojas tienen un margen dentado. El color de las hojas es verde claro, cuando salen en primavera, pasando a verde intenso según avanza el verano. En otoño se tornan amarillas al marchitarse, adquiriendo tonos pardos cuando se secan. En esa estación el árbol pierde las hojas de las ramas altas, pero suelen permanecer en las ramas bajas, fenómeno que se conoce como marcescencia.
Hojas de acebo

          Este tipo de roble se da en suelos silíceos con clima continental y húmedo, soportando bien las grandes diferencias térmicas, así como las heladas debido a su corto período de desarrollo vegetativo. En la península ibérica se extiende por las montañas del centro y mitad norte. Escasea hacia el sur y este, al aumentar los suelos calizos y el clima seco, aunque llega hasta los montes del sur de Andalucía. Su presencia en las montañas del este peninsular es poco frecuente limitándose a las Muntanyes de Prades (Tarragona) y a aquí, Penyagolosa, donde está restringido a unas 4 Ha. en El Rebollar y algunos ejemplares diseminados en las proximidades de la Moleta de Mor.
Antiguamente el roble melojo ocupaba áreas más extensas de Penyagolosa pero el carboneo intensivo durante la posguerra estuvo a punto de hacerlo desaparecer. Sin embargo, en los últimos años, allí donde se ha protegido o ha disminuido su uso intensivo por parte del ganado y los leñadores, poco a poco, se está recuperando ganando terreno al pinar, gracias a su facilidad para rebrotar a partir de sus extensas raíces.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La romanización


L'Arc de Cabanes
En nuestro territorio, los pueblos iberos entraron en contacto con el resto de pueblos mediterráneos, de los que asimilaron diversos aspectos culturales, mercantiles y político-administrativos.
A principios del s.III aC. Cartago dominaba la vida comercial de las tierras valencianas y mantenía como aliados a la mayoría de las tribus iberas. Su influencia se extendía desde el Ebro hasta Andalucía, mientras Roma controlaba el norte por un acuerdo entre ambas potencias.
Sin embargo se produjeron unos hechos que marcaron la entrada de Roma en toda península: el asedio y destrucción por parte de los cartagineses, dirigidos por Aníbal, de la ciudad ibera de Arse (Saguntum), aliada de Roma. Como consecuencia de ello se inicia la Segunda Guerra Púnica (219 a 202 aC.) que Roma mantuvo para echar a los cartagineses del territorio hispano.

L'Arc de Cabanes

Al finalizar estos acontecimientos bélicos se produce la represión de los pueblos iberos aliados de los cartagineses, y la destrucción de muchas de sus ciudades que acabarán por desaparecer. Entre las que se mantuvieron e incluso florecieron, se encuentra Arse (Saguntum), aliada de Roma.
Para la sociedad ibérica, la romanización supuso un proceso de asimilación gradual en el tiempo, puesto que duró dos siglos, y desigual en el espacio, ya que afectó en principio a los núcleos urbanos, y de estos se extendió a las zonas rurales. Los pueblos iberos, sin llegar a perder su propia cultura, experimentarán cambios sociales, económicos, culturales, tecnológicos y lingüísticos, que los convertirán en una provincia romana.
La administración romana implantó un modelo de ciudades, agrupadas en provincias, en las que las funciones estaban jerarquizadas. El territorio valenciano formaba parte en un principio de la Provincia Citerior, y más tarde de la Tarraconense. Administrativamente se distinguían las colonias, como Valentia, cuyos pobladores procedían del exterior, los municipios cuyo origen era local pero organizados a la manera romana, como Saguntum y Lesera, cerca de Forcall, y las ciudades (civitates) que tenían el rango inferior.
En cuanto a la distribución urbana, se planifican los espacios públicos y privados, destacando entre los primeros el foro, que es el centro cívico, religioso y administrativo. Aparecen las grandes mansiones de las clases acaudaladas y, las necrópolis se sacan de los límites urbanos, a las vías de acceso a las ciudades.

Estela funeraria de Puertomingalvo

El poblamiento experimenta un cambio respecto a la etapa ibera, ya que las nuevas poblaciones no suelen ocupar los núcleos iberos. El poblamiento rural abandona el hábitat concentrado y amurallado, y se extiende el disperso, en pequeñas explotaciones agrícolas, que a partir del s.I se transformarán en villas romanas.
Los recursos agropecuarios son explotados de forma organizada, sobre todo cuando se instalan las familias itálicas, primero destinando la producción para el mercado local y después, a partir del s.I, para la exportación al resto del imperio, en especial a Italia. Por todo el territorio se esparcen villas rústicas que son el centro de la actividad agrícola, y propiedad de familias ricas. En los llanos del interior, se cultiva trigo, arboles frutales, y la vid y el olivo para la producción de vino y aceite. En las zonas montañosas predomina la ganadería extensiva.

Durante la época romana se crea la red de comunicaciones, cuyo eje vertebrador en tierras valencianas será la Vía Augusta, que desde Roma lleva hasta Cádiz. Esta vía, al pasar por nuestro suelo, concentra a su alrededor buena parte del poblamiento y riqueza, uniendo las principales ciudades como Saguntum, Valentia, Saetabis, Ilici. En realidad, circula por un viejo camino ibérico que Augusto reconstruye entre el año 8 y 2 aC., dotándolo de servicios de posta para facilitar la rápida difusión de la información y el transporte público.
La Vía Augusta entraba por el norte, en tierras castellonenses, cruzando el río Senia cerca de Sant Joan del Pas, y avanzaba hacia el sur por Traiguera, La Jana, Sant Mateu, Salzedella, Coves de Vinromà, Vilanova de l'Alcolea, Bell-Lloc, Pobla Tornesa, Borriol y Vila-Real, continuando por Sagunto hacia Valencia. Junto a la vía se han hallado restos de asentamientos romanos, perdurando algunos en las poblaciones actuales de Traiguera, La Jana y Sant Mateu. También han aparecido varios milliarii, columnas de piedra utilizadas para señalar la distancia en el camino, que equivalían a mil pasos (1.481,5 metros). Entre Bell-Lloc y la Pobla Tornesa, se halla el conocido Arc de Cabanes, monumento funerario construido alrededor del s. II de nuestra era, posiblemente para honrar la memoria de un rico propietario. De este arco sólo se conservan las pilastras y las dovelas de la arcada, pero en su origen tenía un cuerpo superior cuadrangular. Justo aquí cruza una vía de penetración hacia el interior que seguía un trazado perpendicular a la costa, de este a oeste, en dirección a tierras aragonesas.
Camino de descenso al río Montlleó

Esta vía secundaria, transversal a la Vía Augusta, tenía su origen en Torre de la Sal, al norte de Orpesa, un destacado enclave ibérico que poseía un activo embarcadero. Tras atravesar la marjal de Cabanes, conectaba con la Vía de la Costa, en la se encuentran los restos ibéricos y romanos del Bordissal, continuaba cerca del asentamiento ibérico del Campello, por el Camí de la Fusta, hasta llegar a Cabanes. Desde aquí se dirigía a Vistabella del Maestrat por el mas de l'Arc, donde enlazaba con la Vía Augusta, y seguía por la Vall d'Alba y la Pelajana, cruzando la rambla de la Viuda para ascender al Coll de la Bassa y encaminarse a Atzeneta del Maestrat. Desde aquí, por el Coll del Vidre, iba a Vistabella desde donde se encaminaba hacia el Pla para atravesarlo y descender el cañón del río Montlleó. Cruzaba el río por un puente próximo al mas del Pont, en el lugar donde hoy se halla otro de origen medieval, aunque se le conoce con el nombre de Pont Romà o puente de Maravillas. En este tramo se conservan trechos de camino empedrado. Desde aquí, la vía remontaba hacia Mosqueruela pasando cerca de la masía de Las Calzadas, y el lugar conocido como Las Calzadicas, cercano ya a esa población.
En el área que nos ocupa, los restos romanos hallados hasta el momento son más bien modestos, lo que confirmaría que la mayor influencia colonizadora se produciría en el litoral y corredores prelitorales. La ciudad ibero-romana más septentrional en tierras valencianas sería Lesera, situada en la Moleta del Frares, en El Forcall. Ésta ocupaba un recinto amurallado de unas 6 Ha y estuvo poblada hasta el s.III dC. Lo que más abundó en nuestra zona fueron las villas y pequeños núcleos de población asociados a explotaciones agrícolas y ganaderas.

Pont romà o de Maravillas

En Puertomingalvo, se encontraron unas estelas funerarias con inscripciones latinas, del s. I-III dC., en lo que podría ser una necrópolis situada en el paraje conocido como el Montañes. Una de estás inscripciones está destinada a “Sulpicia Sexti filia/ domo Edeba”, una mujer procedente del municipio romano de Edeba, que para algunos historiadores (1) se encontraría a unos 30 km, en El Morrón (La Iglesuela del Cid). Este gentilicio sólo ha aparecido aquí y en Alcalá de Xivert, distante 48 km de El Morrón, por lo que es probable que existiera algún parentesco entre ambas familias.
Otros yacimientos de la zona, en los que ha aparecido cerámica sigillata, están relacionados con anteriores ocupaciones iberas, como son el Castell de Corbó (s.IV-V dC.) en Benassal, y el Tossalet de la Valera (s. II dC.) en Atzeneta. En Vistabella del Maestrat, están la Moleta del mas de Salvador (s. I-II y IV-V dC) y el Mas de l'Alforí, donde se hallaron restos de un asentamiento tardo-imperial y fragmentos de dolia (grandes recipientes) y tejas. En Vilafranca se localizó una pequeña inscripción sin datar en el Racó dels Calbos, y fragmentos de sigillata en el Pla de la Cana.

(1)Josep Corell – X. Gómez Font, Inscripcions romanes del País Valencià II. 1. L’Alt Palància, Edeba, Lesera i els seus territoris. 2. Els mil·liaris del País Valencià. Publicacions de la Universitat de València 2005.