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Cereales en Puertomingalvo |
La repoblación de las tierras valencianas tras la conquista cristiana se apoyó en dos principios antagónicos para el rey y sus señores feudales. Por un lado, la necesidad de hacer atractiva la migración de los colonos desde sus tierras de origen, concediendo tierras y determinados privilegios, y por otro, el deseo de obtener rentas de estos colonos una vez asentados.
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Viñas en Atzeneta del Maestrat |
Durante la primera mitad del s. XIV se produjo en el norte de Castelló un incremento demográfico fruto de la elevada inmigración, incluso de tierras transpirenáicas. En Morella llegó a instalarse una pequeña colonia de cátaros fugitivos. Esta presión demográfica traerá consigo la ampliación de las tierras cultivadas, mientras que el paisaje agrario predominante será la pequeña explotación campesina producto del reparto de tierras por parte de los señores feudales.
El cultivo más abundante es el cereal, sobre todo trigo y cebada, aunque allí donde es posible se destinan terrenos adecuados para el cultivo de la viña o el olivo. Donde hay algún curso de agua, como en el río Molinell (Culla), en el río Linares (Puertomingalvo) o en algunos tramos del río Montlleó, se desarrollan zonas de regadio, y alrededor de los núcleos urbanos crecen pequeñas huertas, irrigadas por las fuentes que abastacen las poblaciones. Estas aún pueden observarse en la mayoría de los pueblos del Maestrazgo.
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Olivo en Atzeneta del Maestrat |
Las tierras dels Ports y del Maestrat de la orden de Montesa eran propicias para la explotación ganadera extensiva, sobre todo de cabras y ovejas. Aquí se reunían durante la trashumancia invernal los ganados locales con los de Mosqueruela, Valdelínares,Teruel y Albarracín, e incluso de la zona pirenaica.
En el siglo XIV la actividad ganadera de la zona siguió creciendo, aumentando el número de dehesas y zonas de pastos, por ello se habilitaron nuevos azagadores y majadas para conducir y guardar el ganado. Esta presión por el uso de la tierra generó fuertes enfrentamientos entre campesinos y grandes terratenientes ganaderos.
El momento culminante de la ganadería se alcanzó a fines del siglo XIV y en el siglo XV con el enriquecimiento de algunos personajes locales, gracias a la exportación de la lana, que era la riqueza de la comarca, generalizándose también la presencia de mercaderes italianos. La muestra de esta prosperidad la vemos en el auge constructivo y artístico de iglesias y edificios públicos y privados, en retablos, orfebrería, etc.
Entre 1300 y 1320 se generalizó el proceso de creación de dehesas y bovalares, se acotaron y vedaron los términos, sobre todo a los forasteros.
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Ovejas en Vistabella del Maestrat |
Se fortalecieron los Lligallós que, al igual que la Mesta castellana, era una organización que regulaba y gestionaba la comunidad de pastos, resolviendo los problemas que se planteaban. La misión principal del tribunal era la de recobrar y devolver el ganado perdido o comerciar con él. La institución fue común a tierras aragonesas y valencianas. El Lligalló más antiguo fue el de Teruel creado en 1259. En el reino de Valencia el más conocido era el de Morella, creado por Jaime I en 1271.
El desarrollo económico del Maestrat tuvo como base la ganadería, con la que se enriquecieron determinados grupos sociales, pero no la Orden de Montesa, cuya renta feudal se basaba en las rentas de la tierra y el diezmo de cereales. La orden no disponía de ganado propio aunque sí algunos de sus frailes. Esta riqueza ganadera de la comarca no se tradujo en una industria textil propia o en un comercio relacionado a ella, sino que se limitó a ser una zona exportadora de lana.
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Muralla de Sant Mateu |
La fiscalidad sobre los campesinos en esta época, se materializaba en un conjunto de cargas y gravámenes que estos debían afrontar.
El diezmo, o delme era una contribución de la décima parte de frutos o rentas. Hay que distinguir el diezmo que se pagaba al señor o dueño de la tierra, villa, castillo, etc.. del que se satisfacía a la iglesia para su sostenimiento, asistencias de caridad y edificación de templos y monasterios. También estaba la contribución que se recogía para la Santa Sede, que se le llamaba décima. En el Maestrat, el diezmo afectaba en exclusiva al sector primario, tanto en su vertiente agrícola como ganadera, percibiéndose de los cereales, vino, aceite, lino y cáñamo, frutales, etc.. así como por los animales, sobre todo cabras y ovejas. En Sant Mateu en 1319-1320, el diezmo de los cereales, vino, aceite, cáñamo, ganado, lino,y el herbaje representaba alrededor del 40% de las rentas señoriales.
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Molí Caldero (Vistabella) |
La peita era un tributo anual que satisfacían los vecinos de un municipio y los forasteros que tuvieran propiedades en su término. Todos, cristianos, moros y judíos, estaban obligados al pago de acuerdo con un inventarío de sus bienes. De los pueblos de la orden de Montesa tan sólo algunos pagaban peita y ninguno lo hacía al rey. Eran cantidades fijas que variaban según la demografía del lugar, desde los 100 sueldos en Serratella a los 1.500 en Ares. Para determinar el importe anual de la peita se calculaba en sueldos el valor de cada propiedad y por cada 100 sueldos de valor fiscal correspondía una libra de tributo.
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Molino Badal (Puertomingalvo) |
El señorío de la orden de Montesa, tenía reconocido el dominio de los molinos de su territorio, presentes y futuros. Los campesinos podían arrendarlos por un corto periodo, de uno a tres años, pagando unas veces en dinero y otras mediante una parte del beneficio de la moltura. En ocasiones se cedía el dominio útil del molino a un particular a cambio de un censo enfitéutico a favor de la orden, en dinero o especie. Esto podía suponer una parte importante de la renta de la orden en esa localidad. Por ejemplo, los molinos de Sant Mateu en 1325 representaban casi un 15% de las rentas de la bailía.
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Culla |
Cuando se conceden las cartas pueblas en la zona norte de Castellón, los vecinos podían utilizar los hornos de forma franca. Pero con el paso a la orden de Montesa la situación cambió, y en 1320 ésta recibía ingresos procedentes de los hornos de todas las poblaciones de su señorío. Lo normal era el arrendamiento a corto plazo, incluyéndolo como una renta más que se sumaba al valor total de las rentas de la población, que eran arrendadas globalmente por la orden.
En las zonas con habitat disperso, como en el Maestrazgo, los campesinos que no residían en los núcleos urbanos, pagaban al señor el fornatge, un tributo por cocer el pan en sus masías. Consistía en una cantidad anual de grano (trigo y cebada) por cada persona mayor de siete años que vivía en la masía, que se abonaba normalmente por San Miguel. En Culla y Vistabella era una barchilla (unos 13 kg), en Ares media barchilla, en Coves d'Avinromá era de 6 cahíces de trigo.
También existía el monopolio señorial de la herrería, llamado dret de fàbrica. El señor corría con los gastos personales del herrero y con los materiales, sobre todo hierro y carbón, mientras que los vecinos abonaban un pago anual en especie. En algunos lugares, como Culla o Vistabella, estaban exentos de su pago. En Alcalá de Xivert y Castellnou pagaban una fanecada de trigo y otra de cebada por vecino. Con el tiempo, el monopolio lo gestionaba el municipio y era éste quien cobraba a los usufructuarios y entregaba el censo establecido a la orden de Montesa, casi siempre en dinero.
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Culla |
En cuanto a la ganadería se pagaba el herbatge o pasturatge, un impuesto sobre el aprovechamiento de hierbas para el pasto de los ganados. Era un impuesto real, pero los señores con derecho de jurisdicción privada podían tener sus propias tarifas sobre el pasturatge de ganados ajenos en sus tierras.
En los dominios castellonenses de la Orden de Montesa, al ser terrenos sin cercar, en ellos pastaba todo el mundo, incluidos los ganados trashumantes, que abonaban un canon por cabeza de ganado, pudiendo utilizar los pastos de varios pueblos. En el siglo XIV este derecho era arrendado en todos los lugares, individualmente o de forma total, englobado en las rentas de un lugar. Los pastos de la zona montañosa del norte de Castellón eran mucho más importantes desde el punto de vista económico que los de las zonas bajas, en la franja costera de huerta.
Bibliografía.
GUINOT, Enric- Feudalismo en expansión en el Norte valenciano. Antecedentes y desarrollo del señorío de la Orden de Montesa (siglos XIII y XIV), Castellón, Diputación Provincial, 1986.
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