jueves, 1 de diciembre de 2011

La romanización


L'Arc de Cabanes
En nuestro territorio, los pueblos iberos entraron en contacto con el resto de pueblos mediterráneos, de los que asimilaron diversos aspectos culturales, mercantiles y político-administrativos.
A principios del s.III aC. Cartago dominaba la vida comercial de las tierras valencianas y mantenía como aliados a la mayoría de las tribus iberas. Su influencia se extendía desde el Ebro hasta Andalucía, mientras Roma controlaba el norte por un acuerdo entre ambas potencias.
Sin embargo se produjeron unos hechos que marcaron la entrada de Roma en toda península: el asedio y destrucción por parte de los cartagineses, dirigidos por Aníbal, de la ciudad ibera de Arse (Saguntum), aliada de Roma. Como consecuencia de ello se inicia la Segunda Guerra Púnica (219 a 202 aC.) que Roma mantuvo para echar a los cartagineses del territorio hispano.

L'Arc de Cabanes

Al finalizar estos acontecimientos bélicos se produce la represión de los pueblos iberos aliados de los cartagineses, y la destrucción de muchas de sus ciudades que acabarán por desaparecer. Entre las que se mantuvieron e incluso florecieron, se encuentra Arse (Saguntum), aliada de Roma.
Para la sociedad ibérica, la romanización supuso un proceso de asimilación gradual en el tiempo, puesto que duró dos siglos, y desigual en el espacio, ya que afectó en principio a los núcleos urbanos, y de estos se extendió a las zonas rurales. Los pueblos iberos, sin llegar a perder su propia cultura, experimentarán cambios sociales, económicos, culturales, tecnológicos y lingüísticos, que los convertirán en una provincia romana.
La administración romana implantó un modelo de ciudades, agrupadas en provincias, en las que las funciones estaban jerarquizadas. El territorio valenciano formaba parte en un principio de la Provincia Citerior, y más tarde de la Tarraconense. Administrativamente se distinguían las colonias, como Valentia, cuyos pobladores procedían del exterior, los municipios cuyo origen era local pero organizados a la manera romana, como Saguntum y Lesera, cerca de Forcall, y las ciudades (civitates) que tenían el rango inferior.
En cuanto a la distribución urbana, se planifican los espacios públicos y privados, destacando entre los primeros el foro, que es el centro cívico, religioso y administrativo. Aparecen las grandes mansiones de las clases acaudaladas y, las necrópolis se sacan de los límites urbanos, a las vías de acceso a las ciudades.

Estela funeraria de Puertomingalvo

El poblamiento experimenta un cambio respecto a la etapa ibera, ya que las nuevas poblaciones no suelen ocupar los núcleos iberos. El poblamiento rural abandona el hábitat concentrado y amurallado, y se extiende el disperso, en pequeñas explotaciones agrícolas, que a partir del s.I se transformarán en villas romanas.
Los recursos agropecuarios son explotados de forma organizada, sobre todo cuando se instalan las familias itálicas, primero destinando la producción para el mercado local y después, a partir del s.I, para la exportación al resto del imperio, en especial a Italia. Por todo el territorio se esparcen villas rústicas que son el centro de la actividad agrícola, y propiedad de familias ricas. En los llanos del interior, se cultiva trigo, arboles frutales, y la vid y el olivo para la producción de vino y aceite. En las zonas montañosas predomina la ganadería extensiva.

Durante la época romana se crea la red de comunicaciones, cuyo eje vertebrador en tierras valencianas será la Vía Augusta, que desde Roma lleva hasta Cádiz. Esta vía, al pasar por nuestro suelo, concentra a su alrededor buena parte del poblamiento y riqueza, uniendo las principales ciudades como Saguntum, Valentia, Saetabis, Ilici. En realidad, circula por un viejo camino ibérico que Augusto reconstruye entre el año 8 y 2 aC., dotándolo de servicios de posta para facilitar la rápida difusión de la información y el transporte público.
La Vía Augusta entraba por el norte, en tierras castellonenses, cruzando el río Senia cerca de Sant Joan del Pas, y avanzaba hacia el sur por Traiguera, La Jana, Sant Mateu, Salzedella, Coves de Vinromà, Vilanova de l'Alcolea, Bell-Lloc, Pobla Tornesa, Borriol y Vila-Real, continuando por Sagunto hacia Valencia. Junto a la vía se han hallado restos de asentamientos romanos, perdurando algunos en las poblaciones actuales de Traiguera, La Jana y Sant Mateu. También han aparecido varios milliarii, columnas de piedra utilizadas para señalar la distancia en el camino, que equivalían a mil pasos (1.481,5 metros). Entre Bell-Lloc y la Pobla Tornesa, se halla el conocido Arc de Cabanes, monumento funerario construido alrededor del s. II de nuestra era, posiblemente para honrar la memoria de un rico propietario. De este arco sólo se conservan las pilastras y las dovelas de la arcada, pero en su origen tenía un cuerpo superior cuadrangular. Justo aquí cruza una vía de penetración hacia el interior que seguía un trazado perpendicular a la costa, de este a oeste, en dirección a tierras aragonesas.
Camino de descenso al río Montlleó

Esta vía secundaria, transversal a la Vía Augusta, tenía su origen en Torre de la Sal, al norte de Orpesa, un destacado enclave ibérico que poseía un activo embarcadero. Tras atravesar la marjal de Cabanes, conectaba con la Vía de la Costa, en la se encuentran los restos ibéricos y romanos del Bordissal, continuaba cerca del asentamiento ibérico del Campello, por el Camí de la Fusta, hasta llegar a Cabanes. Desde aquí se dirigía a Vistabella del Maestrat por el mas de l'Arc, donde enlazaba con la Vía Augusta, y seguía por la Vall d'Alba y la Pelajana, cruzando la rambla de la Viuda para ascender al Coll de la Bassa y encaminarse a Atzeneta del Maestrat. Desde aquí, por el Coll del Vidre, iba a Vistabella desde donde se encaminaba hacia el Pla para atravesarlo y descender el cañón del río Montlleó. Cruzaba el río por un puente próximo al mas del Pont, en el lugar donde hoy se halla otro de origen medieval, aunque se le conoce con el nombre de Pont Romà o puente de Maravillas. En este tramo se conservan trechos de camino empedrado. Desde aquí, la vía remontaba hacia Mosqueruela pasando cerca de la masía de Las Calzadas, y el lugar conocido como Las Calzadicas, cercano ya a esa población.
En el área que nos ocupa, los restos romanos hallados hasta el momento son más bien modestos, lo que confirmaría que la mayor influencia colonizadora se produciría en el litoral y corredores prelitorales. La ciudad ibero-romana más septentrional en tierras valencianas sería Lesera, situada en la Moleta del Frares, en El Forcall. Ésta ocupaba un recinto amurallado de unas 6 Ha y estuvo poblada hasta el s.III dC. Lo que más abundó en nuestra zona fueron las villas y pequeños núcleos de población asociados a explotaciones agrícolas y ganaderas.

Pont romà o de Maravillas

En Puertomingalvo, se encontraron unas estelas funerarias con inscripciones latinas, del s. I-III dC., en lo que podría ser una necrópolis situada en el paraje conocido como el Montañes. Una de estás inscripciones está destinada a “Sulpicia Sexti filia/ domo Edeba”, una mujer procedente del municipio romano de Edeba, que para algunos historiadores (1) se encontraría a unos 30 km, en El Morrón (La Iglesuela del Cid). Este gentilicio sólo ha aparecido aquí y en Alcalá de Xivert, distante 48 km de El Morrón, por lo que es probable que existiera algún parentesco entre ambas familias.
Otros yacimientos de la zona, en los que ha aparecido cerámica sigillata, están relacionados con anteriores ocupaciones iberas, como son el Castell de Corbó (s.IV-V dC.) en Benassal, y el Tossalet de la Valera (s. II dC.) en Atzeneta. En Vistabella del Maestrat, están la Moleta del mas de Salvador (s. I-II y IV-V dC) y el Mas de l'Alforí, donde se hallaron restos de un asentamiento tardo-imperial y fragmentos de dolia (grandes recipientes) y tejas. En Vilafranca se localizó una pequeña inscripción sin datar en el Racó dels Calbos, y fragmentos de sigillata en el Pla de la Cana.

(1)Josep Corell – X. Gómez Font, Inscripcions romanes del País Valencià II. 1. L’Alt Palància, Edeba, Lesera i els seus territoris. 2. Els mil·liaris del País Valencià. Publicacions de la Universitat de València 2005.

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