domingo, 15 de julio de 2012

La época musulmana

Puertomingalvo
           A la muerte del rey godo Vitiza, en el año 709, se produjo un enfrentamiento por el poder entre los partidarios de su hijo Agila II y los de Rodrigo, elegido por una parte de los nobles godos. Las provincias Tarraconense y Cartaginense Espartaria, en el Este peninsular, estaban gobernadas por los primeros que eran aliados de los sarracenos, mientras que el resto de Hispania apoyaba mayoritariamente a Rodrigo. En el año 711, con el pretexto de defender al descendiente de Vitiza, un ejercito formado por 12.000 bereberes y capitaneado por Tariq, cruza el estrecho de Gibraltar y ataca a Rodrigo. En muy poco tiempo, conquistan Sevilla, Mérida y Toledo, donde se proclama la soberanía del califato de Damasco. Ha nacido al-Andalus.
          Los árabes llegaron a tierras valencianas como aliados de Agila II y, al renunciar éste a su soberanía, todo el territorio cedió pacíficamente al islam. Tanto los cristianos como los judíos que habitaban estas tierras fueron respetados en su respectivas religiones, y sólo estaban obligados a pagar un tributo. Con el tiempo ambos cultos fueron disminuyendo, sin llegar nunca a desaparecer. Al principio hubo una progresiva islamización, ya que los que se convertían al islam se libraban del tributo, y además, no estaba permitida la esclavitud entre los musulmanes, por lo que los siervos optaban por la conversión para liberarse. Posteriormente, fueron acosados por los almorávides y los almohades.
Culla
          Los indígenas, que continuaron siendo mayoritarios, conservaron sus propiedades y la administración pública, pero los árabes invasores nombraban las autoridades civiles y eclesiásticas. Los bienes requisados a la iglesia y a los sometidos por la fuerza, se repartían al 50% entre los soldados musulmanes y el califa. Inicialmente, los latifundios confiscados continuaron siendo cultivados por los indígenas, pagando una renta por ello, pero más tarde con la llegada de nuevos soldados fueron repartidos entre la tropa.
          La etnia predominante en la colonización de Valencia fueron los árabes kalbís, mientras que los haritsis se instalaron en Onda y La Plana. Los bereberes llegaron en gran números con las invasiones almorávide y almohade. Al llegar la relación entre las tribus invasoras fue caótica con continuas luchas entre sí, aunque en el País Valenciano se mantuvieron generalmente al margen, dedicándose al cultivo de las fértiles tierras.
Castillo de Puertomingalvo
          El momento de mayor esplendor de al-Andalus fue con el Califato Omeya de Córdoba, instaurado por Abderraman III en el 929 y que se mantuvo durante un siglo. Mejoró la situación de los indígenas que continuaron el cultivo de tierras abandonadas y se beneficiaron de la prosperidad de la paz. La que perdió poder fue la nobleza árabe, ya que el califa se rodeo de eslavos, auxiliares de origen humilde (esclavos y liberados) procedentes de países cristianos (gallegos, francos, catalanes, alemanes, lombardos).
          El califato desaparece al independizarse las provincias formando reinos de taifas. Con ello se produce el resurgimiento de las primitivas personalidades colectivas prerromanas, poniendo patente que durante siglos, bajo las estructuras estatales, permanecía el sustrato étnico-geográfico indígena, que en la franja mediterránea correspondía al mundo íbero.
Castell de Corbó (Benassal)
          La tendencia era concentrar la población en las áreas urbanas, y en las ciudades como Valencia o Borriana se desarrolló una burguesía urbana representada por funcionarios, médicos, comerciantes, maestros de oficios, etc. Las comarcas septentrionales del País Valenciano pertenecían al reino de Tortosa. Creado en el 1016, comprendía el Camp de Tarragona, la baja ribera del Ebro y el norte del Maestrazgo, llegando a veces por el sur hasta Borriana.
          Los reinos de taifas de la zona oriental de al-Andalus, entre Tortosa y Almería, lo que conocemos como Sharq al-Andalus, fueron de los primeros en descomponerse, ya que el poder estaba en manos de generales eslavos de origen extranjero, desligados de los intereses del país. Además, muchos de ellos eran eunucos, por lo que carecían de la descendencia que les proporcionara la estabilidad de la monarquía hereditaria, y su sucesión era muchas veces violenta.
          En época musulmana, la mayor parte del territorio que abarca el macizo de Penyagolosa y la cuenca del río Montlleó, pertenecía al castillo (hisn) de Culla. Existen referencias históricas de este distrito administrativo desde 1128, cuando el príncipe almorávide Abû Bakr, durante una expedición militar, sitúa el castillo de Kulya en las fronteras orientales de al-Andalus. Más tarde, en 1213, se describen los límites territoriales del castillo de Culla, al donarlo Pedro II a la Orden del Temple. Según este documento abarcaría los términos municipales castellonenses de Culla, Benassal, Vilafranca, Benafigos, Atzeneta, Vistabella, Torre d'en Besora, Vilar de Canes, y posiblemente parte de los de Puertomingalvo y Mosqueruela, en Teruel.
Portal del Forn
(Vistabella del Maestrat)
          El distrito se estructuraba alrededor de la villa fortificada de Culla, y estaba formado por algunas alquerías, otros castillos como los de Corbó (Benassal), El Boi (Vistabella) y El Castellar (Culla) y pequeñas poblaciones dispersas como las de Vistabella, Riu de les Truites, El Molinell, Villar dels Estrets, Benafigos, Benassal, Atzeneta y Torre de Vinrobí.
          Algunos núcleos aún mantienen topónimos de origen árabe como el antropónimo gentilicio de Benafigos, que podría tener su origen en Aban Fuqqûs, apodo musulmán que significa “el del cohombrillo”. Benassal podría derivar del nombre Aban Inzâl. Y La Torre de Vinrobí podría venir del árabe bury Aban Rabî. Puertomingalvo procede del latín Portum y el antropónimo Ibn-Galvón que significa “el paso del hijo de Galvón”. El nombre de Atzeneta proviene del grupo tribal bereber de los Zanâta, del cual hubieron en al-Andalus tres clanes a principios del s. XI. Topónimos de la misma procedencia existen también en la Vall de Albaida, en Alicante y en Mallorca.
          Los castillos tenían una función social, puesto que se destinaban al refugio de los habitantes de las alquerias cuando estos eran atacados. Los campesinos, que eran libres y, en su mayoría, propietarios de sus tierras, se protegian junto a su ganado dentro del recinto amurallado. También residía en el castillo, el alcaide, que era el funcionario administrativo que recaudaba los impuestos, pero que no tenía funciones jurídicas ni religiosas, ya que estas recaian en los cadíes y alfaquíes.
          En esta zona, la población tendía a concentrarse en los asentamientos de altura, al amparo de los castillos, debido en parte a la cercania de la frontera aragonesa. Los restos de uno de estos asentamientos andalusies, de una etapa temprana, se encuentra en la cima del Marinet entre Xodos y Penyagolosa. El castro de Puertomingalvo, cuyo origen musulmán aún se puede constatar en el castillo y en parte del lienzo de la muralla, sería otro ejemplo.
Mas del Montlleó (Vistabella)
          En el Este penínsular musulmán, la Xarquia, los inmigrantes eran sobre todo beréberes, que durante largo tiempo mantuvieron su organización tribal. En esta sociedad existía un fuerte peso de la familia impidiendo el desarrollo de relaciones de producción feudales y, en consecuencia, de relaciones de servidumbre. Asímismo, el Estado se nutría esencialmente de la producción campesina, ya que a mediados del s. X los campesinos aportaban con sus tributos cerca del 90% de los ingresos del estado andalusí. Por ello, el Estado impedía también la aparición de señores de renta que podrían competir por los tributos. Así ocurría que las comunidades campesinas organizaban los asentamientos y la producción, potenciando la cohesión social y fortaleciendo a los clanes y tribus frente al poder exterior.
          La introducción de nuevos cultivos de regadío amplió la capacidad productiva, tanto con especies orientales (naranja, caña de azucar, arroz) como con los cultivos de verano, y mejoró la dieta de la población. Incluso en estas tierras de montaña, allí donde había un manantial o curso de agua se establecieron zonas de riego, generalmente con una extensión menor a la hectárea, asociadas a áreas residenciales reducidas.
Valle del río Montlleó. Al fondo Culla.
          En los estudios realizados sobre esta época en el territorio del Castell de Culla (1), se han identificado tres sistemas hidraúlicos diferentes. El sistema de fondo de valle se construía acondicionando estos para el riego mediante su desbroce. Normalmente utilizaban una sola acequía con partidores para regar, y si el caudal era suficiente se instalaban molinos sobre la misma acequía. Así ocurre en El Molinell y en el río Montlleó. Otro sistema es el de terrazas con captación de agua a media ladera, en el que se construian bancales escalonados aprovechando una pendiente natural. Las terrazas evitan la erosión que provocan las lluvias. En el Mas de Fores y en Els Hortassos de Benassal se encuentra este modelo. Por último, aparecen pequeños espacios regados mendiante norias, que llevan asociadas una alberca para almacenar el agua, como se ha visto en Benassal.
          En este territorio, la agricultura de secano estaba representada por los cereales, olivos, algarrobos, almendros y viñedos. Completaba su economia la ganadería, el comercio de los excedentes, y la explotación de la minería del hierro. El mineral se extraía de minas como la de La Cova de la Mina en Benassal, y se transformaba para la fabricación de herramientas y armas.

(1) POVEDA SÁNCHEZ, ÁNGEL. La Investigación sobre el hidraulismo andalusí y los asentamientos localizados en el Alto Maestrazgo (Castellón). Revista de Historia Económica. Primavera-verano 1999.

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